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CÉSAR A. VALLEJO MENDOZA (EL MAESTRO PERUANO QUE DEBEMOS VALORAR)

Permítanme recordar al maestro de esta manera.

VALLEJO ESTUDIANTE

Nace en Santiago de Chuco, Trujillo un 16 de marzo de 1892,  cursó sus estudios primarios entre 1900 y 1904 en la Escuela  Municipal y luego en el Centro Escolar Nº 271 de la tierra que lo vio  nacer. Entre 1905 y 1908 estudia la Secundaria en el Colegio San Nicolás de Huamachuco un año como alumno libre por carecer de  recursos económicos. En 1909 busca trabajo en el asiento minero  de Quiruvilca sin conseguirlo, se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de La Libertad en Trujillo, al no poder sostenerse económicamente regresa a Santiago de Chuco. En 1911 viaja a Lima y se matricula en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nuevamente las dificultades económicas lo obligan a retirarse de las clases.

VALLEJO MAESTRO

Entre mayo y diciembre de 1911 trabaja como preceptor en el pueblo de Ambo en Huánuco donde da sus primeros pasos en la difícil pero hermosa tarea de educar. En el año de 1913 consigue un trabajo como preceptor en el Centro Escolar Nº 241 que estuvo ubicado en la Plaza de Armas de Trujillo, allí le asignan las clases de Botánica y Anatomía gracias a los cursos de ciencia que siguió en la Universidad de San Marcos.

Transcurre el año de 1914 cuando Vallejo comparte su segundo año de la facultad de Letras en la Universidad de Trujillo con su trabajo como preceptor en el centro antes mencionado. Ese año lo nombran como bibliotecario de la Sociedad de Preceptores de Trujillo y luego en el mes de noviembre pasa a ser el secretario.

En el año 1915 entra a trabajar como maestro del primer año de  primaria en el Colegio Nacional San Juan, teniendo entre sus  alumnos al renombrado escritor Ciro Alegría quien años después  relataría en un hermoso artículo, como el maestro Vallejo ponía  mucho interés en el mundo interno de sus alumnos, dialogaba  personalmente mucho con ellos sobre cómo se sentían en clases.

Durante el año 1918 Vallejo impulsado por sus inquietudes literarias viaja a Lima a visitar a José María Eguren, Abraham Valdelomar, González Prada y otros grandes. Sin embargo los apremios económicos le impulsan a buscar trabajo y lo consigue como profesor en el Colegio Barrós del cual asume la dirección a la muerte de su director y propietario; a propuesta de la comunidad docente por ser el único profesor con título académico. Por decisión de los herederos del centro, este se convierte a partir de ese momento en Instituto Nacional.

Posteriormente en 1919 Vallejo ingresa a trabajar como maestro en el Colegio Guadalupe, donde también forja a estudiantes del cuarto y quinto año de la primaria. Su trabajo en este colegio concluye cuando deciden cerrar el ciclo primario en el año 1920 emprendiendo su retorno a Trujillo y luego a Santiago de Chuco. Posteriormente él regresaría a trabajar en el mismo colegio.

Durante estos largos años César Vallejo fue acumulando un cariño enorme a los niños por lo que Valdelomar lo llama “el poeta de la  ternura”. Esa fue su pedagogía, la pedagogía del cariño que se  reflejará luego en muchos de sus escritos tanto en verso como en  prosa.

De su época de maestro transcribo otro de sus poemas pedagógicos, FOSFORESCENCIA con los cuales Vallejo desarrollaba procesos de aprendizaje con sus alumnos, en el curso de Química.
Fidel Rojas Luján

FOSFORESCENCIA


Una noche miré muy asustado,
señor, en el collado
del viejo cementerio, algunas luces
chispeando entre los altos mostazales
de cuyos matorrales
salían al contorno de las cruces.

Yo a solas regresaba del molino
por el largo camino,
y la noche, señor, qué oscura estaba;
¡y más miedo me daba cuando oía
la algazara que hacía
el perro de una choza, que aullaba!

¡Qué miedo, uf! ¡Casi lloro! ¡muchos cuentan.
señor, que se presentan
ahí en la noche y avanzadas horas
los muertos alumbrándose con ceras!
Señor, ¿será de verás?
– Mienten, hijo. Son cosas que tú ignoras.

Esas luces que viste y te asombraron,
son gases que exhalaron
los huesos del cadáver ya podrido ,
como el hedor que sale de un pantano;
y ese vapor insano
está en nuestro esqueleto contenido.

Ese gas es el fósforo, que cuando
se va el cuerpo dañando,
Sale y arde en el aire más sombrío
¿Escuchaste? Desde hoy no temas nada
cuando esa llamarada
en el panteón la veas, hijo mío

(Cesar Vallejo)
Poema publicado en la revista escolar Cultura Infantil Nº 4 Trujillo septiembre de 1913
FUENTE: Poesía Completa; Pontificia Universidad Católica del Perú.