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Manuel Bello: Política educativa emblemática

Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia

Una de las palabras distintivas de la gestión del Ministerio de Educación peruano en el período que está terminando es el adjetivo “emblemático”, que se repite sin cansancio en los vídeos y avisos de propaganda del gobierno saliente. Unas cinco decenas de colegios llamados “emblemáticos”, de Lima y diversas regiones del país, han recibido el privilegio de una inversión de cientos de millones de soles para la modernización de sus instalaciones y equipamiento para su labor educativa. Como resultado de esta política gubernamental de la publicitada “revolución educativa”, se ha sumado una nueva capa de colegios estatales diferenciados, selectivos y excluyentes, a la ya abundante serie de estratos del segregado sistema escolar peruano, tan bien representado en la arquitectura del nuevo edificio del Ministerio de Educación.

La definición de la palabra “emblemático” en los diccionarios refiere a “representativo o simbólico” y también a “destacado, relevante”. ¿Qué hace que una escuela sea emblemática y otra no? Representativa o simbólica, relevante y destacada, ¿a los ojos de quién? No hay duda que para el niño y la niña de una comunidad rural distante de las ciudades no habrá escuela más emblemática que la suya, la escuelita unidocente o multigrado de su comunidad. Y el joven adolescente que habita en un asentamiento urbano marginal pobrísimo, ¿no tiene derecho a sentir que su colegio es  el más “relevante y destacado” de todos? Pero no, el propio sistema escolar estatal y privado les hace saber, más temprano que tarde, que su institución educativa se encuentra en los niveles más bajos de una pirámide estratificada y que los colegios públicos que el propio Estado mima, abastece y llama “emblemáticos” no son los suyos, son otros y para otros.

La palabra “inclusión” parece ser una clave de distinción en el lenguaje del gobierno que se instalará este 28 de julio en el Perú. Se dice que las políticas en general y las sociales en particular apuntarán a generar inclusión, equidad y justicia en la distribución de la riqueza y en el acceso de todos y todas a las oportunidades y los recursos que produce el país. ¿Cómo serán las políticas educativas del nuevo gobierno, en clave de “inclusión”? Eso es lo que se verá, se supone, en los próximos meses y años. Las ideas sobre qué hacer y cómo hacerlo abundan en los anaqueles y archivos de las instituciones públicas y privadas del sector, así como en las mentes de los expertos disponibles y de los equipos “técnicos” que pugnan en estos días por asumir su turno en el Ministerio.

La pregunta que no debería ser olvidada por la nueva gestión gubernamental es si la “inclusión” es compatible con la política de colegios “emblemáticos”, que es otra manera de preguntar si la calidad para todos y todas y la equidad en educación pueden florecer si se mantiene sin cambiar el modelo segregado, de “apartheid”, que subyace al sistema escolar peruano actual. La segregación, dice el informe del SERCE (UNESCO), es un rasgo fuertemente asociado al bajo nivel y la desigualdad de los resultados de la educación básica. Y el Perú, según ese informe y el de PISA (OECD), tiene uno de los sistemas escolares más desiguales y segregados del mundo. El modelo peruano produce una creciente estratificación, como resultado de una privatización hipócrita que traslada a las familias el financiamiento de la educación estatal y propicia cínicamente la migración masiva de estudiantes a escuelas con fines de lucro, separando a los niños y niñas en función del tamaño de los bolsillos y las aspiraciones de sus padres.

La nueva política de inclusión educativa debería iniciarse declarando que -para el Estado- todos los colegios y escuelas del país son y serán emblemáticos y que la escuela pública gratuita será en adelante el lugar de encuentro de todos los niños y niñas del Perú, sin exclusiones ni privilegios. http://www.inversionenlainfancia.net/web/blog/opinion/100